La mimosa hostilis, el árbol de la regeneración | EDABEA

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Mimosa tenuiflora

La mimosa hostilis, cuyo nombre científico es Mimosa tenuiflora (Willd) Poiret es una planta de origen americano, que crece naturalmente en el sureste de México, en Centroamérica y en Brasil. En este último país, se la denomina también jurema o jurema-preta (para distinguirla de otra especie de mimosa, la jurema-branca), mientras en México su nombre tradicional es tepezcohuite o “árbol de la piel”.

Naturalmente, la mimosa tenuiflora es propia de un ecosistema de bosque tropical caducifolio, donde las lluvias son torrenciales y se dan temporadas secas muy prolongadas. Es posible encontrarla en terrenos hostiles o en los márgenes laterales de los caminos. Ante todas estas situaciones, la mimosa hostilis crece fuerte, por lo que es considerada un árbol muy resistente. Su flor es pequeña y posee vellosidades, donde crecen las vainas de sus frutos. No obstante, son la corteza y las raíces, las partes donde residen las facultades medicinales de esta variedad.

La corteza de la mimosa tenuiflorai está conformada por: “taninos, saponinas, alcaloides, glucosa, xilosa, rhamnosa, arabinosa, lupeol, fitoesteroles, lípidos, cristales de oxalato de calcio y de almidón […] contiene alcaloides, lo que puede limitar su desarrollo farmacológico”ii. Y es que, a diferencia de otras variedades de mimosa, la tenuiflora contiene 5-hidroxitriptamina y el alcaloide triptamínico N,N-dimetiltriptamina (DMT). Ha sido probado que la raíz seca de la mimosa contiene cerca de un 1 % de DMT, mientras la cáscara de su tronco contiene aproximadamente un 0,03 % de DMT.

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Los usos tradicionales de la mimosa tenuiflora

La mimosa tenuiflora es especialmente apreciada por sus propiedades curativas, antimicrobianas y antimicóticas. Dichas propiedades son conocidas desde tiempos ancestrales. Las civilizaciones prehispánicas y los pueblos amazónicos han aprovechado, desde antaño, sus beneficios para tratar tejidos dañados (como quemaduras) y afecciones de la piel en general, para aliviar los problemas estomacales, para fortalecer el útero, para elaborar cosméticos, para celebrar rituales, e incluso como combustible. Asimismo se han explotado sus usos agroforestales (materiales de construcción, para dar sombra y forraje a plantas y animales, etc.) e incluso como indicador de lluvia.

Curiosamente, en México, muchas comunidades indígenas aprovechaban los beneficios de la planta para tratar afecciones de la piel (heridas, inflamaciones e incluso infecciones). Para ello, contaban con un recetario que incluía ingredientes como las infusiones o el polvo de la corteza de la planta. Sin embargo, no sería hasta la década de los ochenta, que un par de tragedias motivaron la popularización de sus usos: la erupción del volcán Chichonal en 1982 en el estado de Chiapas y las explosiones de San Juanico, que tuvieron lugar en una de las plantas de almacenamiento y distribución de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en San Juan Ixhuatepec. Durante el primer incidente se contaron 124 muertos, la mayoría debidos a incendios originados por tefra incandescente. El segundo, provocó la muerte de unas 500-600 personas (datos inexactos) carbonizadas, asfixiadas por gas propano o a consecuencia de las quemaduras, y dejó la friolera de unos 2000 heridos. En ambos incidentes, la falta de cobertura sanitaria para los heridos por quemaduras, determinó la recuperación de los conocimientos tradicionales sobre la mimosa, que se convirtió en la gran aliada para tratar a las víctimasiii.

Los expertos indígenas en medicina tradicional aprovechaban la corteza del árbol para producir ungüentos, bálsamos y jabones que colaboran a la regeneración de la piel. También en México, se utilizaban para la desinfección de heridas, para infecciones por hongos, vaginales y hasta para tratar las laceraciones en la boca.

Estos usos han persistido en el tiempo y son rastreables especialmente en la cosmética tradicional. Sin ir más lejos, la actriz hollywoodiense de origen mexicano, Salma Hayek, ha declarado en reiteradas ocasiones que usa mimosa para su rutina de belleza (en vez de bótox) y que le sorprende que no se conozcan sus beneficios cuando, para ella, por costumbre familiar, se le han inculcado sus usos desde pequeña. Tanto es así que, en 2012, comenzó a comercializar su propia gama de productos con este ingredienteiv.

En Brasil, además de explotar sus usos dermatológicos y agroforestales, las tribus indígenas del noroeste elaboran con la corteza y raíces de la jurema-preta, el vino de jurema (ajucá o anjucá), una “bebida milagrosa” de gran protagonismo en los rituales de carácter religioso por la psicoactividad del DMT. Un equipo de investigadores liderados por Gonçalves de Lima, fueron los primeros en detectar la presencia de DMT en la mimosa, tras una visita que realizaron a la aldea Pancararu, en Pernambuco (Brasil). Aunque existe un gran secretismo en torno al modo en que se celebran estos ritos, algunas tribus indígenas del país mantienen su consumo, por ejemplo, en el festival Toré, dedicado a las entidades religiosas y ancestros místicos y en los que entonan cánticos tradicionalesv.

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El poder psicoactivo de la mimosa

Souza, en su estudio titulado Jurema-Preta (Mimosa tenuiflora Poir.): a review of its traditional use, phytochemistry and pharmacology, revisiona la información y literatura relativa a la mimosa y resume: “El efecto alucinógeno que acompaña el uso de la «jurema» es similar al del LSD-25, pero aparentemente de efecto más rápido y de menor duración. La midriasis y la hipertensión arterial son notablemente intensas”. También nos explica que “los efectos físicos han sido descritos […] como ansiedad, mareos, «cabeza hueca» o ligereza, «oleadas» de cosquilleo que atraviesan los músculos. A continuación, hay un estado de «ensueño», con visión opaca y colores muy fuertes y una aparente nitidez visual. Siguen las alucinaciones, junto con un fondo visual acentuado; la percepción se vuelve muy distorsionada y puede haber delirio” (Souza, 2008).

Schultes y Hofmann, por su parte, explican en The botany and chemistry of hallucinogens que, cuando se administra oralmente, para que la acción del DMT se produzca y los efectos alucinatorios tengan lugar, es necesario ingerir sustancias que contengan inhibidores MAO (como las β-carbolinas)vi.

Es por esta razón que los consumidores de mimosa con fines de explotar la vertiente psicoactiva de la planta, suelen acompañar la ingesta de la mimosa hostilis con un inhibidor MAO (peganum harmala o banisteriopsis caapi) para lograr los deseados efectos alucinatorios.

Asimismo, algunos expertos consideran que las β-carbolinas pueden formarse a partir de las triptaminas básicas, como la 5-hidroxitriptamina (serotonina) que, como comentábamos arriba, está presente naturalmente en la mimosa tenuiflora. Esto podría explicar que la inhibición MAO se produzca por la ingesta exclusiva de la mimosa. Esta es, por ejemplo, la opinión de Jonathan Ott, para explicar ciertos efectos observados, como la euforia y el potencial visionario del “vino de jurema” per sevii.

No obstante, numerosos autores advierten de la falta de estudios científicos relativos a la mimosa tenuiflora y al DMT, y reclaman la necesidad de investigar en profundidad acerca de la farmacología de una planta en la que reside un gran poder regenerador y psicoactivo.

Es importante señalar, sin embargo, como informan desde MAPSviii, que muchas plantas con poder alucinógeno, como el peyote, la mimosa (también los hongos psilocibes) no están incluidos en la famosa Lista 1 de la Convención de 1961, elaborada por la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas (CND), en la que se clasifican las “sustancias que son muy adictivas o de probable uso indebido, y precursores que se pueden convertir en estupefacientes que son igualmente adictivos y también de probable uso indebido". Por el contrario, sí que se incluyen en tal lista los principios activos que contienen dichas plantas: el DMT (en la mimosa), la mescalina o la psilocibina.

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El uso psicoactivo de la mimosa

El uso psicoactivo de la mimosa tenuiflora se ha extendido considerablemente en las últimas décadas. Los consumidores suelen preparar su propia mezcla mediante un infusionado que puede llevar desde una hora hasta un día completo.

Suelen usar las semillas de peganum harmala (de 3 a 5 gramos) o banisteriopsis caapi (de 50 a 150 gramos), que depositan en agua caliente y dejan infusionando para elaborar el primer extracto (extracto de IMAO). Mientras tanto, hacen lo mismo con la mimosa (9 gramos aproximadamente, que hierven de media entre una hora y media y cuatro horas). El té de mimosa es mezclado con un acidificante, como puede ser el zumo de limón o lima, o el vinagre. Primero, ingieren el extracto de peganum harmala, y más tarde (entre 15 minutos y una hora) el zumo elaborado con la mimosa.

Otra de las recetas más habituales consiste en elaborar un líquido en frío solo con la planta: se colocan entre 25 y 35 gramos (de 10 a 20 gramos recomiendan a los neófitos) de la cáscara del árbol molida en unos 125-175 ml. de agua fría. Se mezcla todo bien, mientras se presiona bien el polvo y se cuela (el polvo puede reutilizarse una segunda vez) antes de la ingestión.

Por supuesto, es vital tener en cuenta que los consumidores de estos extractos, suelen tomarlos con el estómago vacío y cuidan de no utilizar simultáneamente ninguna otra sustancia, ya que existen serias contraindicacionesix.

Los efectos, por la composición, empiezan a notarse entre 45 y 60 minutos después y son muy similares a los de la ayahuasca: purgación física, náuseas y vómitos, escalofríos, aceleración del ritmo cardíaco, aumento de la sensibilidad a estímulos sonoros y visuales, distorsiones visuales e ilusiones ópticas, alteración de la conciencia y de la percepción, visiones con los ojos cerrados… Aunque, como explicábamos, existe la firme creencia de que los efectos y purgación producidos por la mimosa son más leves que los de la ayahuasca.

Además de los efectos físicos, existe un amplio abanico de sensaciones reportadas por los consumidores: sentimientos de unidad con el entorno o con otras personas, sensación de comprender la vida y la existencia, experiencias místicas, tendencia a pensar en términos existenciales… Asimismo, como sucede con todos los alucinógenos, pueden darse efectos secundarios (propios, eminentemente, de un mal viaje) como son nerviosismo, ansiedad, o confusión. Es por ello que los avezados psiconautas señalan la importancia de elegir un buen momento emocional y físico, crear un ambiente confortable, libre de distorsiones y seleccionar la compañía más agradable, pues disponer un set&setting armonioso y hacerlo con mimo es la mejor clave para garantizar la experiencia más placentera.

Durante el viaje no ha de olvidarse, por supuesto, mantener la calma y, ante el nerviosismo, recordar que el viaje es pasajero.

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i Anton, R., et al. (1993). “Pharmacognosy of Mimosa tenuiflora (Willd.) Poiret”. Journal of Ethnopharmacology. 38, pp. 153-157.

ii Camargo-Ricalde, S. (2000). “Descripción, distribución, anatomía, composición química y usos de Mimosa tenuiflora (Fabaceae-Mimosoideae) en México”. Revista de Biología Tropical48 (4), 939-954. En http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-77442000000400018&lng=en&tlng=es.

iii Para más información: https://bit.ly/2Xd2Fu4

iv Para más información: https://bit.ly/3hFCqpP

v Souza, R. Et al. (2008). Jurema-Preta (Mimosa tenuiflora Poir.): a review of its traditional use, phytochemistry and pharmacology. Brazilian arch. biol. technol. Braz. arch. biol. technol. . Vol.51, n.5.

vi Schultes, R.; Hofmann, A. (1980). The botany and chemistry of hallucinogens. Charles Thomas publishers: Springfield.

vii Ott, J. (1999). “Pharmahuasca: human pharmacology of oral DMT plus harmine”. Journal of Psychoactive Drugs, 31 (2), pp. 171-177.

viii Para más información: https://bit.ly/3biZtpk

ix Para más información: https://bit.ly/2JXlTB3

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